martes, 13 de enero de 2015

SOBRE LA TERNURA Y ALGUN ÁNGEL


 

En verano del  2012  estuve  viajando junto a tres amigos por Andalucía.
Llevaba conmigo cuatro piedras viajeras, que pesaban lo suyo, dispuestas a ser entregadas, depositadas, abandonadas, en diferentes rincones de nuestro trayecto.
Una mañana paseando por las calles de Sevilla entramos en una librería como si un imán nos atrayera irremediablemente. Era una de esas librerias que me encantan, con grabados e ediciones con sabor a añejo y hechas con sumo cuidado y amor. 
Compré una libreta preciosa y unos ex-libris y despues de pasar un buen rato ojeando libros y sin que nadie se percatara, Jaume dejó furtivamente en el escaparate una de nuestras piedras. Salimos corriendo como niños traviesos.
Esa misma mañana encajamos otra piedra en el muro de la Puerta de la Macarena, al cabo de unos dias, la tercera en las arenas de la playa de El Palmar en Cádiz y la cuarta fue ofrendada en un altarcito en uno de los caminos que va de Almonte al Rocío.
Y así empezó este blog de las pedres viatgeres aquel tórrido mes de agosto con muchas ganas de recibir notícias de ellas.

Dos años y medio después, Jose Maria que viaja a menudo a Sevilla, su ciudad de origen, entró en el establecimiento preguntándose qué habria sido de nuestra piedra.
La dueña de Padilla libros Editores&Libreros amablemente se la mostró impoluta, perfecta y depositada encima del poemario titulado Sobre la ternura como si siempre hubiera formado parte de la libreria.
A mi amigo andaluz se le abrieron los ojos de par en par, pues el autor del libro resultó ser Kostas E. Tsirópulos, un  poeta y ensayista griego al que conoció en Sitges allá por los años 80 con el que habian compartido cenas y tertúlias y del que habia perdido todo contacto.
Gracias a este incidente surgió una charla cordial alrededor del autor, sobre la amistad, la poesia, la filosofía y sobre todo, por las sincronías que nos regala la vida.

Y yo me pregunto: ¿este episodio fue casual o alguien teje hilos invisibles en lugares y tiempos en apariencia lejanos y dispares ?
¿Qué mano decidió apoyar la piedra en ese libro y no en otro?
¿Por qué nadie se extrañó de la presencia de la piedra, como si siempre hubiera estado allí?

Creo definitivamente que alguien desde algún lugar hace travesuras para que podamos  recordar a aquel  que creíamos perdido en el olvido.
Las palabras convocan la magia uniendo personas y lugares que seguramente desde siempre fueron afines.
Y el tiempo entonces, ya no importa.

Os dejo como colofón un fragmento de de la soledad  extraído del poemario 
Los ángeles, Barcelona 1983, Editorial Los Vientos, recordando con cariño a Kostas que dedicó todo el libro a estos seres míticos y celestiales.
Me gustaria creer que quizás uno de ellos ha hecho posible que yo pueda contaros este relato.

Lo viste
lanzando espermas
en el antro
de celeste vértigo siembra
amaneciendo 
en el hondo del maltrecho corazón
y la piedra absurda
fulgiendo cal. 







Aqui encontrareis un artículo con información sobre el autor
https://logotejnikimetafrasi.wordpress.com/2013/06/25/kostas-tsiropulos-cinco-fragmentos-a-partir-de-una-lectura-de-zorzal/